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viernes, 27 de febrero de 2015

La vida Sáttvica por Atman Nityananda

La vida Sáttvica
por Atman Nityananda


 Una vida sáttvica es la fundación del camino espiritual y de una vida sana y llena de paz, luz, amor y armonia.

Por eso uno de los objetivos fundamentales en la vida espiritual es aumentar la cualidad (guna en sánscrito) sattva en nuestra mente y campo energético. El sattva guna es la cualidad de la luz, la inteligencia, la virtud, la claridad y la armonía y nos ayuda a desarollar las capacidades superiores de la mente.

Entonces si el sattva guna predomina en nosotros, creamos la base sobre la cual todas las otras prácticas puedan florecer fácilmente. La capacidad de discernir lo verdedero de lo falso y la capacidad de estar desapegado de los objetos, los pensamientos, las emociones y las situaciones de nuestra vida, se desarollan plenamente en una mente sáttvica. La concentración, la meditación y la auto-indagación, que son las prácticas más importantes para la realización del Ser, se realizan effectivamente solo cuando predomina el sattva guna. El sattva guna hace la mente tranquila, serena, enfocada e introvertida y la hace aspirar por la verdad, la paz y la dicha eterna. Al contrario si predomina el rajas guna, la mente está extrovertida, agitada, distraída y perturbada y por eso no podemos concentrar la mente profundamente en el silencio interior. Bajo el dominio de tamas guna la mente se vuelve inerte, indecisa, nublada, somnolienta y le resulta muy dificil estar alerta y vigilante, aprender y entender.

Para aumentar el sattva guna tenemos que mantener asociaciones sáttvicas en todos los niveles de existencia. Esto significa que las impresiones sensoriales (sonidos, colores, vistas, olores), las comidas, las bebidas, las relaciones, las actividades, los pensamientos, las emociones, el ambiente en que vivimos y trabajamos etc. tienen que ser sáttvicos.

Nuestras comidas y bebidas deben ser sáttvicas al igual que todas las impresiones (leer libros sáttvicos, escuchar musica y canciones sáttvicas, hacer relaciones con personas sáttvicas y maestros espirituales, tener contacto con la naturaleza que es sáttvica etc.)

Por supuesto, nuestro ser (inferior) rajasotamásico con sus tendencias egoistas, sus patrones mentales y emocionales y sus hábitos vitales y corporales quiere seguir repitiendo las mismas cosas mecánica y compulsivamente. Al menos al principio, se resistirá mucho a los cambios que queremos hacer. Y aquí está la importancia de un guia espiritual,  de un centro y maestro espiritual y de las prácticas espirituales· con su ayuda podremos superar los obstáculos, la resistencia y la inertia de nuestros hábitos y patrones subconscientes.

No podemos cambiar todo de repente, pero si hacemos nuestras prácticas espirituales regular y diligentemente y con entusiasmo,  podemos superar todos los obstáculos y todo lo que no impida desarollar las capacidades necesarias para transformar a nosotros mismos.

Es posible que varias veces nos podemos encontrar en situaciones que no son sáttvicas y en condiciones dificiles, que no nos permiten aplicar facilmente nuestras intenciones. Si este es el caso, tenemos que aceptar lo que sucede y hacer lo mejor posible para aliviar de alguna manera la situación hasta que el tiempo nos permita cambiar las cosas. En este caso, las dificultades son un desafío· o serán una opportunidad para nosotros de desarrollar capacidades o una ocasión para quejas y sufrimiento. No podemos siempre evitar el dolor pero el sufrimiento depende de nuestro estado de conciencia, las capacidades psicológicas y la actitud mental.

Paz, Luz y Amor 

jueves, 19 de febrero de 2015

EN LAS HORAS DE MEDITACIÓN Capítulo XV, por F. J. Alexander


"Nadie, sino uno mis­mo, puede salvarse a sí mismo''

“Por consiguiente, levántate. 
Muéstrate diligente y no te detengas hasta alcanzar la meta.'' 

EN LAS HORAS DE MEDITACIÓN
Capítulo XV, por F. J. Alexander


Cuando todo era silencio, apareció en las profundidades de la meditación el Gurú, diciendo: 

“Hijo mío, medita en el Poder que es la forma de la Madre, y luego, trascendiendo cuanto miedo pueda inspirarte dicho Poder, ve más allá de ese Poder; ve al Espíritu de la Madre, que es Paz. No tiembles ante las incertidumbres de la vida. Aunque se te aparezcan todos los aspectos de lo Terrible y se multipliquen por mil, recuerda que sólo pueden afectar al yo físico y nunca al yo es­piritual”.

“Muéstrate tenaz y firme en todas las ocasiones, teniendo plena conciencia de que el Espíritu es indestructible. Toma tu puesto en aquello que es el YO (SER). En nada creas, salvo en aquella Realidad que es innata e idéntica en todos. Permanecerás entonces impertérrito, tanto en la tempestad co­mo en la seducción de las apariencias. Lo que vie­ne y se va no es el YO (SER). Identifícate con el YO (SER), no con la forma. Lo transitorio predomina en el reino de las cosas, en el mundo objetivo; sólo lo perma­nente perdura en aquel reino de la eterna subje­tividad, donde gobierna la conciencia del Espíritu, libre de las formas del pensamiento y los sentidos”.

“Aquello que es Verdadero es inconmensurable, como el vasto océano; nada puede limitarlo o circunscribirlo. Los predicados de existencia no pue­den aplicarse a ese Océano sin costas de la Divini­dad, que se abalanza sobre el YO(SER) —como YO (SER)— en las cumbres de la Realización”.

“La miseria del mundo está en razón directa del deseo. No tengas, pues, afectos ciegos. No te ligues a nada. Aspira a ser; no ambiciones poseer. ¿Puede alguna posesión satisfacer tu Verdadera Naturale­za? ¿Te dejarás ligar por COSAS? Desnudo viniste al mundo; desnudo te irás, cuando te llegue la inti­mación. ¿De qué, entonces, has de sentir falso orgu­llo? Sean tus bienes aquellos tesoros que no perecen. El aumento del Conocimiento Interno es su propia recompensa. Cuanto más perfeccionas tu naturale­za, tanto más fácilmente adquieres aquellos eternos bienes con los cuales, al llegar la hora, conquista­rás el Reino del YO (SER)”.

“Por consiguiente, desde este mismo instante, ve y crece hacia adentro; no hacia afuera. Invierte el orden de la experiencia. Retírate de la vida sen­sual vivida por placer. Espiritualízalo todo. Con­vierte al cuerpo en tabernáculo para el Espíritu y deja que el Alma se revele más y más cada día. Se irá dispersando, entonces, esa oscuridad que es ignorancia; y esa luz, que es la Divina Sabiduría, se irá revelando gradualmente. Todas las fuerzas del universo están a tu espalda, actuando armó­nicamente, para ayudar a tu progreso, sólo con que quieras enfrentar a la Verdad. Como dijo el Señor Buddha: "Sólo los Tathágatas (1) son grandes predicadores; vosotros sois quienes debéis hacer el esfuerzo." Sí, sólo los Maestros pueden transmitir sabiduría; el discípulo DEBE asimilarla; y esta asi­milación es la formación del carácter; es convertir la sabiduría en suya propia. Nadie, sino uno mis­mo, puede salvarse a sí mismo”.

“Por consiguiente, levántate. Muéstrate diligente y no te detengas hasta alcanzar la meta. ¡Tal es el Mandamiento de los Upanishads!” (2)

“Así como la fiera salvaje persigue su presa; así como el esclavo de sus pasiones procura satisfacer su lujuria; o como el que está muriendo de ham­bre anhela comida, y el que se está ahogando pide auxilio, con esa misma intensidad y fortaleza de espíritu busca tú la Verdad. Como el león, a quien no amedrentan los ruidos; como el león, in­trépido y libre; como el león, vaga tú por el mun­do, resuelto a adquirir la Verdad. Para ello se necesitan fuerza infinita e infinita intrepidez. Avan­za sin miedo, sabiendo que todas las limitaciones estallarán para abrirte paso, que todos los cami­nos torcidos se enderezarán, si unes todas las fuer­zas de tu Alma y si, valientemente, arrancas la MÁSCARA”.

“¿Buscas a Dios? Pues sabe que, cuando hayas visto al YO (SER), el YO
(SER) se te revelará como Dios." 

“¡Om Tat Sat!”

¡Y la Voz del Gurú penetró en el Silencio que es Paz, y su forma en el Esplendor que es Dios!

NOTA
1 Tathágatas: los Buddhas, los iluminados.
2 Upanishads: antiguos textos místicos donde se expone la filosofía Vedanta

miércoles, 18 de febrero de 2015

EN LAS HORAS DE MEDITACIÓN - Capítulo V, por F. J. Alexander



''Estoy siempre contigo. Adonde quiera que vayas, yo estoy antes allí.''

EN LAS HORAS DE MEDITACIÓN

Capítulo V, por F. J. Alexander

La Voz del Gurú, que es Dios, habla:

“¡Oye! Estoy siempre contigo. Adonde quiera que vayas, yo estoy antes allí. Vivo para ti. Te hago entrega del fruto de mi realización. Eres el tesoro de mi corazón, la niña de mis ojos. Somos uno en Dios. Nuestro quehacer es la realización. Hasta tal punto siento mi unidad contigo, que no temo arro­jarte al desierto del mundo y a la selva de la duda. Es porque conozco la medida de tus fuerzas. Te envío a recoger experiencia tras experiencia; pero siempre mi ojo te sigue por doquiera vagues. ¿Pe­cas? Pues, pecas en presencia mía. ¿Efectúas accio­nes virtuosas? Las percibo todas. Conozco todos tus modos de ser. Por medio de toda clase de experien­cia y pensamiento, voy apretando los lazos que nos unen. Nada me importa mi salvación a menos que tú participes de ella. Tú eres el YO mío bajo otra forma. Cuanto más absorbes la visión que es mía, tanto más y más crece esa unidad espiritual nues­tra que es la Vida Divina. Caen los velos de las distintas personalidades y tú eres mi propio YO, y mi propio YO es tú. Tan estrechos son los lazos que nos atan. Ni la muerte, ni la separación, pue­den hacer presa en mi relación contigo. Aunque hayas nacido muy lejos y aunque no hayas visto mi forma física, eres, sin embargo, mío propio. No consiste el discipulado en haber visto mi forma, sino en haber comprendido mi voluntad. Jamás po­drás escapar a la red que he echado”.

“Busca cuál es mi voluntad. Sigue la enseñanza que el Maestro me ha dado y que te he transmitido. Ve la misma visión mía. Entonces, te hallarás más en unidad conmigo que si hubieras vivido próximo a los miles de cuerpos que han sido míos. El disci­pulado consiste en una devoción inquebrantable a mi pensamiento y a mi voluntad. Y existe un amor inconmensurable entre nosotros. Ve en paz. Más duros que el diamante son los lazos que unen al Gurú y al discípulo. Son más potentes que la muer­te. Porque están anudados por el Amor Inconmen­surable y la Voluntad Divina y Omnipotente”.

"¡Om Tat Sat!"

¡Tat Tvam Asi!
¡Aham Brahmasmi!”

NOTA:
1 Gurú: instructor, guía espiritual.
2 Tat Tvam Asi! : Soy Eso (Brahman o Atman)
3 Aham Brahmasmi: Yo soy Brahmán.





martes, 17 de febrero de 2015

EN LAS HORAS DE MEDITACIÓN - Capítulo VI, por F. J. Alexander

 
EN LAS HORAS DE MEDITACIÓN
Capítulo VI, por F. J. Alexander
En la hora de la meditación, hablando consigo misma, dice el alma:

“La Paz reside en el Silencio. Y para lograr esa Paz debes ser fuerte; el silencio llega cuando el tumulto de los sentidos queda aho­gado en lo Poderosa Quietud de la Renunciación. Eres un vagabundo en el desierto del mundo. No te detengas, que podrías perecer a la vera del ca­mino. Constituye tu caravana con buenos pensa­mientos; haz provisión de las Aguas de la Fe Viva. Cuídate de los espejismos. La meta no está allá. No te dejes seducir por el atractivo de las cosas ex­ternas. Renunciándolo todo, ve por aquellos sen­deros que te conduzcan a la soledad del conoci­miento íntimo de ti mismo. No sigas a los muchos que han sido atrapados en la red de la multiplici­dad. Ve por aquellos senderos que huellan los santos y por donde avanzan, solos y separados, ha­cia la Meta de la Unidad. Atrévete a ser valiente. Para vencer basta hacer el esfuerzo inicial. No va­ciles. Zambúllete en la santidad. De un solo y loco salto arrójate al Océano de Dios. La Divinidad es el Fin. ¡Ningún otro fin puede existir para ti en la naturaleza de las cosas, oh tú, refulgente rayo del Ser Resplandeciente!”

“Apresúrate, pues te podrías arrepentir. Fustiga los corceles del celo religioso y de la potente fe. Hazte añicos si fuese necesario. No toleres que nada se interponga en tu sendero. No es tu destino un destino fortuito. Avanza con ánimo firme y fuerte, que tu punto de destino es la Realidad. En verdad, tú mismo eres la propia Realidad. ¡Sé libre! No existe en todo el idioma de la realización del Yo, palabra tan valiosa como: "fuerza". Al principio, al final, y siempre ¡sé fuerte! Sin temor a los cie­los ni a los infiernos, a los dioses ni a los demonios, ¡avanza! Nada logrará vencerte. Dios Mismo se verá obligado a servirte, porque Él se siente atraído por Aquello que está en ti y es Él. Y así, la Unidad resulta ser la Esencia del Sublime e Interno Conocimiento de Aquello que está en ti; —Aquello, que es tu verdadero ser, es Dios. En verdad tú mismo eres Divino”.

“¡Tat Tvam Asi! ¡Hari Om Tat Sat!”

“¡Tienes que creer! ¡Ten fe en tu Yo! ¿Cómo pue­des creer en Dios, si no crees en tu propio YO? Debes salvarte a ti mismo. "Dios ayuda a quienes se ayu­dan a sí mismos". Traba conocimiento con tu YO Real; Júzgalo con criterio espiritual. Comprende que no eres el cuerpo, ni siquiera eres el pensamiento. El pensamiento es el procedimiento para ver, pero el fin es la visión. Por consiguiente, la verdad final es la Realización. El mandato final es: "¡Hombre, conoce tu YO!"; hombre, realiza tu naturaleza. ¡Fe! ¡Fe! ¡Fe! Todo depende de la fe. No de la fe que es creencia, sino de la Fe que es Visión. No existe más pecado que la duda; aprende a rechazar la duda co­mo rechazarías un veneno. El dudar del propio YO es verdaderamente una blasfemia. No temas a na­die, no, ni siquiera a Dios, porque Dios debe ser amado, no temido. ¿Cómo puedes sentir miedo de tu YO? ¡Y Dios es el YO tuyo! ¡Nada existe sino Dios! ¡Y tú eres Aquello! Por consiguiente, ¡Des­pierta, levántate y no te detengas hasta alcanzar la meta! Tal es el Evangelio del Bienaventurado”.

EN LAS HORAS DE MEDITACIÓN - Capítulo X, por F. J. Alexander


EN LAS HORAS DE MEDITACIÓN
Capítulo X -  por F. J. Alexander

Y habló a mi alma la Voz del Gurú:

“Hombre, ¿dónde está tu fe? ¿Eres acaso una bes­tia para temblar ante cada peligro? ¡Hasta tanto no logres sobreponerte a la idea del cuerpo, no podrás realizar la Verdad! ¿Eres acaso un cadáver? ¿Seguirás siempre danzando en este cieno de su­ciedad física? ¡Sal de tu pequeñez! ¡Avanza! ¡Sé un hombre! ¿Dónde está tu Divinidad, si para siem­pre queda inexpresada? ¿Acaso eres tan impor­tante que el mundo necesite de ti? Vence al yo (ego) con el YO (SER). ¡Sé libre! Si te empeñas en conseguir lo Indestructible, no sentirás el contacto de la muerte, porque habrás perdido el conocimiento de lo que es la muerte. Tuya será la Inmortalidad. El mundo entero ha estado esforzándose por expresar la Realidad; y en ese empeño, el primer éxito con­siste en la formación del carácter. El carácter lo es todo. ¡Construye tu carácter! ¡Construye tu ca­rácter! ¡A cada hora construye tu carácter! ¡Des­cansa en espíritu sobre lo Inmortal, e inmortal lle­garás a ser! Fija tu morada en la Realidad. Y en­tonces no habrá ya nacimiento ni muerte, ni nin­guna de las varias experiencias de la vida, capaz de amedrentarte”.

“¡Suelta tu cuerpol ¡Cesa de adherirte a él! ¡Li­bérate en la mente! El significado entero de la re­ligión y de la ética, es que debemos sobreponernos a la conciencia anima!, encerrada en el sexo y en el miedo, en el dormir y el comer. ¡Suéltala! ¡Deja de asirte a tu cadáver! ¡Llámalo cadáver, considé­ralo como tal a toda hora! No lo recubras con pa­ños de oro. Es inmundo. Sólo el Espíritu es real. La conciencia del Espíritu es la inmortalidad. El pensar pensamientos inmortales te conduce a la Eternidad. ¡Sé valiente! ¡Sé intrépido! ¡Sé resisten­te como el diamante! ¿Deseas realizar a Dios? Pues entonces, hijo mío, no ha de quedarte mucho tiem­po para el cuidado de tu cuerpo. Ahora es el mo­mento: ahora mismo tienes la oportunidad. Eres hijo de la Realidad, tu naturaleza es lo Verdadero. Zambúllete, pues, en las Vivientes Aguas de la Vida del Alma. ¡No temas! ¡Aprende a elevarte por enci­ma de las alegrías o miserias de la vida! ¡Recuerda que eres el Alma! ¡Recuerda que eres el Yo!”

“Desciende a lo más profundo, desciende a las honduras de tu ser. Y verás que eres fuerte. Llega hasta el fondo de tu naturaleza. Allí descubrirás que eres sincero en tu esfuerzo espiritual. ¡Qué importan algunos deslices! Aprende que, tanto el miedo como la debilidad, son físicos; surgen del cuerpo —ese nido de ensueños— pero, en tu natu­raleza íntima, tú eres libre y no sientes miedo. ¡En­tona un canto de fuerza hijo mío! ¡Entona un can­to de fuerza! Eres el hijo de la Inmortalidad. Tu punto de destino es la Realidad. ¿Qué son estas fugaces experiencias de un día, sino fantasmas del Vasto Espejismo? ¡Diviniza la vida o niégala! Poco importa cómo lo logres, con tal que realices la Di­vinidad; lo mismo da que tu método sea positivo o negativo”.

“Y surgió en mi alma un sentimiento de paz. Sur­gió una gran calma; y en su quietud, revelóse de repente el pasivo poder de la Omnipotencia, po­der que todo lo penetra. Era un poder que dio fuerzas a mi alma. Y, en este estado de conciencia, percibí la Voz de mi Gurú, que habló: “Soy la eternidad que está más allá del tiempo, sí, y dentro del tiempo. Tenga o no cuerpo, todo es el Espíritu. 
En el corazón existe siempre la Uni­dad. En el corazón existe siempre la Paz. Muy por debajo de la tempestad desencadenada en la super­ficie, muy por debajo de las olas de multiplicidad y lucha, y del dolor que de ambas deriva, está la Corriente Submarina de la Realidad”.

“¡Tat Tvam Asi! ¡Tat Tvam Asi!”


miércoles, 11 de febrero de 2015

¿Qué es la vida espiritual? - por Atman Nityananda


¿Qué es la vida espiritual?
No es que alguien sea religioso, cristiano, budista etc., no es cumplir sus deberes religiosos, no es hacer ejercicios de yoga, relajación, meditación o otras prácticas para aliviar el estrés, la ansiedad  y las tensiones creadas por la vida mundana.
Seguir el camino espiritual significa consagrar mi vida a la divinidad, es decir purificar y trasformar mi mente y dirigirla hacia el Ser verdadero, el silencio o el vacío interior. El camino espiritual es una manera de vivir, día a día, momento a momento, con el fin de liberar la mente de las energías y tendencias egoístas, de transformar las energías y realizar que somos consciencia (El Ser) y no el cuerpo-yo que hasta ahora creíamos que somos, realizar la unidad de la vida y vivir en plena paz, armonía, libertad y bienaventuranza.
Y esto no es posible sin la guía, las instrucciones y las vibraciones divinas y fuertes de los grandes maestros espirituales como Jesús, Buddha, Babaji, Ramana Maharshi, Amma y otros maestros. No es posible sin una vida ordenada y sáttvica y sin dirigir nuestra atención, energía, voluntad, intensiones y acciones hacia la Divinidad.

Esto no significa que cada uno tiene que seguir exactamente los mismos pasos, el mismo proceso y las mismas prácticas. Hay tantos caminos como aspirantes. Pero sí que hay cosas comunes para todos los que quieren liberarse del ego y realizar a Dios.

Los que quieren vivir la Vida Divina, deben vivir en una manera completamente distinta que las personas mundanas que su objetivo es buscar y disfrutar objetos sensoriales y éxitos externos.

Tienen que aplicar un programa diario con varias prácticas y desarrollar actitudes y hábitos que faciliten este proceso. Tienen que abandonar hábitos y costumbres que impiden su desarrollo hacia la vida divina. 

Deben cultivar y desarrollar capacidades y virtudes. Tienen que equilibrar y armonizar la mente y desarrollar sus capacidades superiores en todos los niveles (intelecto, mente pensante, subconsciente, mente emocional).

Tienen que vivir, momento a momento, desidentificandose de la mente egoísta e identificandose con la consciencia.
Tienen que ser más y más conscientes del silencio interior y desarrollar la capacidad de observar con desapasionamiento los pensamientos y las emociones y descubrir el ego que está detrás de estos y eliminarlo con métodos adecuados. 

Tienen que eliminar, momento a momento la ira, la envidia, la avaricia, la codicia, la lujuria, la gula, el orgullo, la impaciencia, el miedo y todas las demás tendencias egoístas que oscurecen la mente y el corazón y no permiten que la luz, el amor y la paz de la consciencia brillen y irradien libremente dentro y fuera.
Todo esto en resumen constituye el camino espiritual.
Paz, Luz y Armonía