martes, 16 de diciembre de 2014

LA ILUMINACIÓN DE LA REINA CHUDALA


LA ILUMINACIÓN DE LA REINA CHUDALA

extracto del libro Yoga Våsishtha

El este libro el sabio Våsishtha enseña Rama el camino de sabiduria y la realización del Ser o Atman 

El rey y la reina vivían tan felices como Vishnu y Lakshmi, compartiendo su amor.
Como va penetrando poco a poco el agua por un agujerillo en el casco de un gran navío, así envejeció la pareja real. A consecuencia de su gran caridad y de su consagración a Dios, la reina empezó a ser consciente de la irrealidad del mundo, e hizo partícipe de sus sentimientos al rey.

Pensaron: ‘El mundo es irreal y la sed de placer nunca quedará aplacada de modo permanente. La juventud y el poder son pasajeros como el fulgor de un relámpago.
Nuestra juventud ha huido como el agua entre las manos. El sufrimiento es el compañero inseparable de la mente. Sigue a nuestras alegrías y placeres como un gato corre tras un trozo de carne. La muerte reivindica al cuerpo como si fuera un mango maduro que cae del árbol. Sea lo que fuere lo que pensamos, no podemos conservar siempre nuestra juventud y nuestro cuerpo. Debemos hacer algo para poner término a la enfermedad que es la dependencia del mundo. Nada, fuera del conocimiento de Brahman, podrá aportar permanente satisfacción.’

Tras reflexionar de esta manera, el rey y la reina se llegaron cerca de Mahatmas que habían realizado a Brahman, atravesado el río de la manifestación del mundo, y que personificaban la verdad y la sabiduría. Depositaron respetuosamente sus presentes a los pies de un Rishi y comenzaron a servirle.
Este les habló de Atman y le escucharon con suma atención y reverencia. Le oyeron decir que Atman es siempre puro, infinito y absolutamente bienaventurado y que conocerle es vencer los sufrimientos para siempre.

La reina, con la mente purificada por su buen karma, captó la verdad y se preguntó:
‘¿Quién soy? ¿Qué es el mundo? ¿Cuál es su origen?’

Pronto llegó a la conclusión siguiente:
‘Yo no puedo ser el cuerpo, porque es inerte mientras que yo soy consciente. El cuerpo se mueve por el poder de los sentidos. Tampoco soy los sentidos, puesto que no son conscientes de sí mismos. La mente, que pone en movimiento los sentidos, no es consciente de sí misma, ni la facultad de discriminación. Luego, dada la consciencia que tengo de mí misma, debo de ser diferente de ellos.

El ego no es mi Sí mismo, ya que es la luz de la mente lo que le ilumina. La mente carece de consciencia permanente, mientras que yo, como Atman, soy la Consciencia misma. Mi Sí mismo es la Verdad; es un sol en estado de aurora eterna. ¡Qué maravilloso es mi Sí mismo! Es absoluta Felicidad. He encontrado mi verdadero estado, indestructible e infinito.

Como el cielo en Otoño, puro y sin nubes, tampoco yo tengo mancha y estoy liberada de la fiebre de los afectos aversiones para siempre jamás. Carezco de deseos y ya no conozco las fluctuaciones de la percepción. Estoy liberada de ‘yo’ y ‘tú’. Siendo libre de toda identificación con la mente, soy sin segundo y en permanente sosiego. En mí no hay ninguna posibilidad de cambio.

Los grandes yoguis han denominado Brahman al principio eterno. Ese Sí mismo se manifiesta como mente y como mundo y, sin embargo, no hay ningún cambio en su naturaleza primera. Del mismo modo que las rocas, piedras y cantos de una montaña no son sino la montaña misma, así el mundo perceptible no es sino Atman.
Una ciudad fantasma no tiene existencia propia, como tampoco el mundo. El yogui realizado vive en la unidad mientras que el ignorante se halla en la dualidad.

Un niño moldea formas con arcilla y les llama elefante, vaca, caballo, rey, aunque no son otra cosa que arcilla. La ignorancia proporciona numerosos colores a la Realidad incolora, Atman. Ahora conozco claramente la Consciencia fundamental.’

Chudala se dio cuenta de que su Sí mismo era indestructible por el fuego, impenetrable, sin partes, perpetuamente puro.
Y dijo: ‘Soy sin nacimiento y tampoco hay muerte en mí. El mundo se manifiesta en virtud de la Consciencia; los devas son todos Atman, y todas las cosas móviles e inmóviles, también. Así como las olas, las burbujas y la espuma no son diferentes del mar, nada hay que sea diferente de Atman. Nada de todo ello tiene existencia propia, que sólo Atman posee. La «egoidad» nunca, en ningún tiempo, ha asomado en mí. Habiéndome percatado de esta Verdad, quiero recorrer libremente el mundo llevando la luz a los demás.’»
  
Continuó Våsishtha:
«Oh Rama-ji, en adelante Chudala estuvo liberada de la sed de placeres y terminaron para ella sufrimientos y temor. Sabía que nada podía añadirse a su conocimiento. Gozaba de un samadhi eterno y permanecía en la beatitud sin fin. No hay palabras que puedan describir la felicidad de la reina.
En ese estado radiante de paz, la vio el rey; y un maravilloso asombro se apoderó de él.
Dijo: ‘Amada mía, veo que has retornado a la juventud, y, a mi parecer, has tenido la experiencia de la dicha celestial. Quizá algún deva te ha dado de beber un néctar que te ha vuelto inmortal, o un gran yogui te ha concedido sus bendiciones. Tu mente rebosa de la esencia de la sabiduría y te hallas en posesión de algo más grande que el imperio de los tres mundos. Has encontrado la paz, y ya no veo en ti ni deseo ni pasión.’
Contestó Chudala: ‘Oh soberano, he alcanzado este bendito estado, más allá de lo perecedero y de lo perceptible, en el que definitivamente está ausente la dualidad. Extraigo placer de la ausencia de placeres que la realización del Sí mismo me ha procurado.

Al alzarme por encima de los placeres reales, habito en la felicidad del Sí mismo, libre de afectos y aversiones. Ahora sé con certeza, oh rey, que todo lo que se percibe o se concibe no es más que sueño e irrealidad; y el estado de normalidad que he descubierto está más allá del alcance de los sentidos y de la mente, y no sufre la corrupción del ego; es el substrato de todo, el Sí mismo de todo, la esencia de todo. Tal es el néctar que he bebido, que me ha dado el sentido de la inmortalidad y me ha librado para siempre del temor.»


Pazç, Luz y Amor