viernes, 27 de febrero de 2015

La vida Sáttvica por Atman Nityananda

La vida Sáttvica
por Atman Nityananda


 Una vida sáttvica es la fundación del camino espiritual y de una vida sana y llena de paz, luz, amor y armonia.

Por eso uno de los objetivos fundamentales en la vida espiritual es aumentar la cualidad (guna en sánscrito) sattva en nuestra mente y campo energético. El sattva guna es la cualidad de la luz, la inteligencia, la virtud, la claridad y la armonía y nos ayuda a desarollar las capacidades superiores de la mente.

Entonces si el sattva guna predomina en nosotros, creamos la base sobre la cual todas las otras prácticas puedan florecer fácilmente. La capacidad de discernir lo verdedero de lo falso y la capacidad de estar desapegado de los objetos, los pensamientos, las emociones y las situaciones de nuestra vida, se desarollan plenamente en una mente sáttvica. La concentración, la meditación y la auto-indagación, que son las prácticas más importantes para la realización del Ser, se realizan effectivamente solo cuando predomina el sattva guna. El sattva guna hace la mente tranquila, serena, enfocada e introvertida y la hace aspirar por la verdad, la paz y la dicha eterna. Al contrario si predomina el rajas guna, la mente está extrovertida, agitada, distraída y perturbada y por eso no podemos concentrar la mente profundamente en el silencio interior. Bajo el dominio de tamas guna la mente se vuelve inerte, indecisa, nublada, somnolienta y le resulta muy dificil estar alerta y vigilante, aprender y entender.

Para aumentar el sattva guna tenemos que mantener asociaciones sáttvicas en todos los niveles de existencia. Esto significa que las impresiones sensoriales (sonidos, colores, vistas, olores), las comidas, las bebidas, las relaciones, las actividades, los pensamientos, las emociones, el ambiente en que vivimos y trabajamos etc. tienen que ser sáttvicos.

Nuestras comidas y bebidas deben ser sáttvicas al igual que todas las impresiones (leer libros sáttvicos, escuchar musica y canciones sáttvicas, hacer relaciones con personas sáttvicas y maestros espirituales, tener contacto con la naturaleza que es sáttvica etc.)

Por supuesto, nuestro ser (inferior) rajasotamásico con sus tendencias egoistas, sus patrones mentales y emocionales y sus hábitos vitales y corporales quiere seguir repitiendo las mismas cosas mecánica y compulsivamente. Al menos al principio, se resistirá mucho a los cambios que queremos hacer. Y aquí está la importancia de un guia espiritual,  de un centro y maestro espiritual y de las prácticas espirituales· con su ayuda podremos superar los obstáculos, la resistencia y la inertia de nuestros hábitos y patrones subconscientes.

No podemos cambiar todo de repente, pero si hacemos nuestras prácticas espirituales regular y diligentemente y con entusiasmo,  podemos superar todos los obstáculos y todo lo que no impida desarollar las capacidades necesarias para transformar a nosotros mismos.

Es posible que varias veces nos podemos encontrar en situaciones que no son sáttvicas y en condiciones dificiles, que no nos permiten aplicar facilmente nuestras intenciones. Si este es el caso, tenemos que aceptar lo que sucede y hacer lo mejor posible para aliviar de alguna manera la situación hasta que el tiempo nos permita cambiar las cosas. En este caso, las dificultades son un desafío· o serán una opportunidad para nosotros de desarrollar capacidades o una ocasión para quejas y sufrimiento. No podemos siempre evitar el dolor pero el sufrimiento depende de nuestro estado de conciencia, las capacidades psicológicas y la actitud mental.

Paz, Luz y Amor 

jueves, 19 de febrero de 2015

EN LAS HORAS DE MEDITACIÓN Capítulo XV, por F. J. Alexander


"Nadie, sino uno mis­mo, puede salvarse a sí mismo''

“Por consiguiente, levántate. 
Muéstrate diligente y no te detengas hasta alcanzar la meta.'' 

EN LAS HORAS DE MEDITACIÓN
Capítulo XV, por F. J. Alexander


Cuando todo era silencio, apareció en las profundidades de la meditación el Gurú, diciendo: 

“Hijo mío, medita en el Poder que es la forma de la Madre, y luego, trascendiendo cuanto miedo pueda inspirarte dicho Poder, ve más allá de ese Poder; ve al Espíritu de la Madre, que es Paz. No tiembles ante las incertidumbres de la vida. Aunque se te aparezcan todos los aspectos de lo Terrible y se multipliquen por mil, recuerda que sólo pueden afectar al yo físico y nunca al yo es­piritual”.

“Muéstrate tenaz y firme en todas las ocasiones, teniendo plena conciencia de que el Espíritu es indestructible. Toma tu puesto en aquello que es el YO (SER). En nada creas, salvo en aquella Realidad que es innata e idéntica en todos. Permanecerás entonces impertérrito, tanto en la tempestad co­mo en la seducción de las apariencias. Lo que vie­ne y se va no es el YO (SER). Identifícate con el YO (SER), no con la forma. Lo transitorio predomina en el reino de las cosas, en el mundo objetivo; sólo lo perma­nente perdura en aquel reino de la eterna subje­tividad, donde gobierna la conciencia del Espíritu, libre de las formas del pensamiento y los sentidos”.

“Aquello que es Verdadero es inconmensurable, como el vasto océano; nada puede limitarlo o circunscribirlo. Los predicados de existencia no pue­den aplicarse a ese Océano sin costas de la Divini­dad, que se abalanza sobre el YO(SER) —como YO (SER)— en las cumbres de la Realización”.

“La miseria del mundo está en razón directa del deseo. No tengas, pues, afectos ciegos. No te ligues a nada. Aspira a ser; no ambiciones poseer. ¿Puede alguna posesión satisfacer tu Verdadera Naturale­za? ¿Te dejarás ligar por COSAS? Desnudo viniste al mundo; desnudo te irás, cuando te llegue la inti­mación. ¿De qué, entonces, has de sentir falso orgu­llo? Sean tus bienes aquellos tesoros que no perecen. El aumento del Conocimiento Interno es su propia recompensa. Cuanto más perfeccionas tu naturale­za, tanto más fácilmente adquieres aquellos eternos bienes con los cuales, al llegar la hora, conquista­rás el Reino del YO (SER)”.

“Por consiguiente, desde este mismo instante, ve y crece hacia adentro; no hacia afuera. Invierte el orden de la experiencia. Retírate de la vida sen­sual vivida por placer. Espiritualízalo todo. Con­vierte al cuerpo en tabernáculo para el Espíritu y deja que el Alma se revele más y más cada día. Se irá dispersando, entonces, esa oscuridad que es ignorancia; y esa luz, que es la Divina Sabiduría, se irá revelando gradualmente. Todas las fuerzas del universo están a tu espalda, actuando armó­nicamente, para ayudar a tu progreso, sólo con que quieras enfrentar a la Verdad. Como dijo el Señor Buddha: "Sólo los Tathágatas (1) son grandes predicadores; vosotros sois quienes debéis hacer el esfuerzo." Sí, sólo los Maestros pueden transmitir sabiduría; el discípulo DEBE asimilarla; y esta asi­milación es la formación del carácter; es convertir la sabiduría en suya propia. Nadie, sino uno mis­mo, puede salvarse a sí mismo”.

“Por consiguiente, levántate. Muéstrate diligente y no te detengas hasta alcanzar la meta. ¡Tal es el Mandamiento de los Upanishads!” (2)

“Así como la fiera salvaje persigue su presa; así como el esclavo de sus pasiones procura satisfacer su lujuria; o como el que está muriendo de ham­bre anhela comida, y el que se está ahogando pide auxilio, con esa misma intensidad y fortaleza de espíritu busca tú la Verdad. Como el león, a quien no amedrentan los ruidos; como el león, in­trépido y libre; como el león, vaga tú por el mun­do, resuelto a adquirir la Verdad. Para ello se necesitan fuerza infinita e infinita intrepidez. Avan­za sin miedo, sabiendo que todas las limitaciones estallarán para abrirte paso, que todos los cami­nos torcidos se enderezarán, si unes todas las fuer­zas de tu Alma y si, valientemente, arrancas la MÁSCARA”.

“¿Buscas a Dios? Pues sabe que, cuando hayas visto al YO (SER), el YO
(SER) se te revelará como Dios." 

“¡Om Tat Sat!”

¡Y la Voz del Gurú penetró en el Silencio que es Paz, y su forma en el Esplendor que es Dios!

NOTA
1 Tathágatas: los Buddhas, los iluminados.
2 Upanishads: antiguos textos místicos donde se expone la filosofía Vedanta

miércoles, 18 de febrero de 2015

EN LAS HORAS DE MEDITACIÓN - Capítulo V, por F. J. Alexander



''Estoy siempre contigo. Adonde quiera que vayas, yo estoy antes allí.''

EN LAS HORAS DE MEDITACIÓN

Capítulo V, por F. J. Alexander

La Voz del Gurú, que es Dios, habla:

“¡Oye! Estoy siempre contigo. Adonde quiera que vayas, yo estoy antes allí. Vivo para ti. Te hago entrega del fruto de mi realización. Eres el tesoro de mi corazón, la niña de mis ojos. Somos uno en Dios. Nuestro quehacer es la realización. Hasta tal punto siento mi unidad contigo, que no temo arro­jarte al desierto del mundo y a la selva de la duda. Es porque conozco la medida de tus fuerzas. Te envío a recoger experiencia tras experiencia; pero siempre mi ojo te sigue por doquiera vagues. ¿Pe­cas? Pues, pecas en presencia mía. ¿Efectúas accio­nes virtuosas? Las percibo todas. Conozco todos tus modos de ser. Por medio de toda clase de experien­cia y pensamiento, voy apretando los lazos que nos unen. Nada me importa mi salvación a menos que tú participes de ella. Tú eres el YO mío bajo otra forma. Cuanto más absorbes la visión que es mía, tanto más y más crece esa unidad espiritual nues­tra que es la Vida Divina. Caen los velos de las distintas personalidades y tú eres mi propio YO, y mi propio YO es tú. Tan estrechos son los lazos que nos atan. Ni la muerte, ni la separación, pue­den hacer presa en mi relación contigo. Aunque hayas nacido muy lejos y aunque no hayas visto mi forma física, eres, sin embargo, mío propio. No consiste el discipulado en haber visto mi forma, sino en haber comprendido mi voluntad. Jamás po­drás escapar a la red que he echado”.

“Busca cuál es mi voluntad. Sigue la enseñanza que el Maestro me ha dado y que te he transmitido. Ve la misma visión mía. Entonces, te hallarás más en unidad conmigo que si hubieras vivido próximo a los miles de cuerpos que han sido míos. El disci­pulado consiste en una devoción inquebrantable a mi pensamiento y a mi voluntad. Y existe un amor inconmensurable entre nosotros. Ve en paz. Más duros que el diamante son los lazos que unen al Gurú y al discípulo. Son más potentes que la muer­te. Porque están anudados por el Amor Inconmen­surable y la Voluntad Divina y Omnipotente”.

"¡Om Tat Sat!"

¡Tat Tvam Asi!
¡Aham Brahmasmi!”

NOTA:
1 Gurú: instructor, guía espiritual.
2 Tat Tvam Asi! : Soy Eso (Brahman o Atman)
3 Aham Brahmasmi: Yo soy Brahmán.





martes, 17 de febrero de 2015

EN LAS HORAS DE MEDITACIÓN - Capítulo VI, por F. J. Alexander

 
EN LAS HORAS DE MEDITACIÓN
Capítulo VI, por F. J. Alexander
En la hora de la meditación, hablando consigo misma, dice el alma:

“La Paz reside en el Silencio. Y para lograr esa Paz debes ser fuerte; el silencio llega cuando el tumulto de los sentidos queda aho­gado en lo Poderosa Quietud de la Renunciación. Eres un vagabundo en el desierto del mundo. No te detengas, que podrías perecer a la vera del ca­mino. Constituye tu caravana con buenos pensa­mientos; haz provisión de las Aguas de la Fe Viva. Cuídate de los espejismos. La meta no está allá. No te dejes seducir por el atractivo de las cosas ex­ternas. Renunciándolo todo, ve por aquellos sen­deros que te conduzcan a la soledad del conoci­miento íntimo de ti mismo. No sigas a los muchos que han sido atrapados en la red de la multiplici­dad. Ve por aquellos senderos que huellan los santos y por donde avanzan, solos y separados, ha­cia la Meta de la Unidad. Atrévete a ser valiente. Para vencer basta hacer el esfuerzo inicial. No va­ciles. Zambúllete en la santidad. De un solo y loco salto arrójate al Océano de Dios. La Divinidad es el Fin. ¡Ningún otro fin puede existir para ti en la naturaleza de las cosas, oh tú, refulgente rayo del Ser Resplandeciente!”

“Apresúrate, pues te podrías arrepentir. Fustiga los corceles del celo religioso y de la potente fe. Hazte añicos si fuese necesario. No toleres que nada se interponga en tu sendero. No es tu destino un destino fortuito. Avanza con ánimo firme y fuerte, que tu punto de destino es la Realidad. En verdad, tú mismo eres la propia Realidad. ¡Sé libre! No existe en todo el idioma de la realización del Yo, palabra tan valiosa como: "fuerza". Al principio, al final, y siempre ¡sé fuerte! Sin temor a los cie­los ni a los infiernos, a los dioses ni a los demonios, ¡avanza! Nada logrará vencerte. Dios Mismo se verá obligado a servirte, porque Él se siente atraído por Aquello que está en ti y es Él. Y así, la Unidad resulta ser la Esencia del Sublime e Interno Conocimiento de Aquello que está en ti; —Aquello, que es tu verdadero ser, es Dios. En verdad tú mismo eres Divino”.

“¡Tat Tvam Asi! ¡Hari Om Tat Sat!”

“¡Tienes que creer! ¡Ten fe en tu Yo! ¿Cómo pue­des creer en Dios, si no crees en tu propio YO? Debes salvarte a ti mismo. "Dios ayuda a quienes se ayu­dan a sí mismos". Traba conocimiento con tu YO Real; Júzgalo con criterio espiritual. Comprende que no eres el cuerpo, ni siquiera eres el pensamiento. El pensamiento es el procedimiento para ver, pero el fin es la visión. Por consiguiente, la verdad final es la Realización. El mandato final es: "¡Hombre, conoce tu YO!"; hombre, realiza tu naturaleza. ¡Fe! ¡Fe! ¡Fe! Todo depende de la fe. No de la fe que es creencia, sino de la Fe que es Visión. No existe más pecado que la duda; aprende a rechazar la duda co­mo rechazarías un veneno. El dudar del propio YO es verdaderamente una blasfemia. No temas a na­die, no, ni siquiera a Dios, porque Dios debe ser amado, no temido. ¿Cómo puedes sentir miedo de tu YO? ¡Y Dios es el YO tuyo! ¡Nada existe sino Dios! ¡Y tú eres Aquello! Por consiguiente, ¡Des­pierta, levántate y no te detengas hasta alcanzar la meta! Tal es el Evangelio del Bienaventurado”.

EN LAS HORAS DE MEDITACIÓN - Capítulo X, por F. J. Alexander


EN LAS HORAS DE MEDITACIÓN
Capítulo X -  por F. J. Alexander

Y habló a mi alma la Voz del Gurú:

“Hombre, ¿dónde está tu fe? ¿Eres acaso una bes­tia para temblar ante cada peligro? ¡Hasta tanto no logres sobreponerte a la idea del cuerpo, no podrás realizar la Verdad! ¿Eres acaso un cadáver? ¿Seguirás siempre danzando en este cieno de su­ciedad física? ¡Sal de tu pequeñez! ¡Avanza! ¡Sé un hombre! ¿Dónde está tu Divinidad, si para siem­pre queda inexpresada? ¿Acaso eres tan impor­tante que el mundo necesite de ti? Vence al yo (ego) con el YO (SER). ¡Sé libre! Si te empeñas en conseguir lo Indestructible, no sentirás el contacto de la muerte, porque habrás perdido el conocimiento de lo que es la muerte. Tuya será la Inmortalidad. El mundo entero ha estado esforzándose por expresar la Realidad; y en ese empeño, el primer éxito con­siste en la formación del carácter. El carácter lo es todo. ¡Construye tu carácter! ¡Construye tu ca­rácter! ¡A cada hora construye tu carácter! ¡Des­cansa en espíritu sobre lo Inmortal, e inmortal lle­garás a ser! Fija tu morada en la Realidad. Y en­tonces no habrá ya nacimiento ni muerte, ni nin­guna de las varias experiencias de la vida, capaz de amedrentarte”.

“¡Suelta tu cuerpol ¡Cesa de adherirte a él! ¡Li­bérate en la mente! El significado entero de la re­ligión y de la ética, es que debemos sobreponernos a la conciencia anima!, encerrada en el sexo y en el miedo, en el dormir y el comer. ¡Suéltala! ¡Deja de asirte a tu cadáver! ¡Llámalo cadáver, considé­ralo como tal a toda hora! No lo recubras con pa­ños de oro. Es inmundo. Sólo el Espíritu es real. La conciencia del Espíritu es la inmortalidad. El pensar pensamientos inmortales te conduce a la Eternidad. ¡Sé valiente! ¡Sé intrépido! ¡Sé resisten­te como el diamante! ¿Deseas realizar a Dios? Pues entonces, hijo mío, no ha de quedarte mucho tiem­po para el cuidado de tu cuerpo. Ahora es el mo­mento: ahora mismo tienes la oportunidad. Eres hijo de la Realidad, tu naturaleza es lo Verdadero. Zambúllete, pues, en las Vivientes Aguas de la Vida del Alma. ¡No temas! ¡Aprende a elevarte por enci­ma de las alegrías o miserias de la vida! ¡Recuerda que eres el Alma! ¡Recuerda que eres el Yo!”

“Desciende a lo más profundo, desciende a las honduras de tu ser. Y verás que eres fuerte. Llega hasta el fondo de tu naturaleza. Allí descubrirás que eres sincero en tu esfuerzo espiritual. ¡Qué importan algunos deslices! Aprende que, tanto el miedo como la debilidad, son físicos; surgen del cuerpo —ese nido de ensueños— pero, en tu natu­raleza íntima, tú eres libre y no sientes miedo. ¡En­tona un canto de fuerza hijo mío! ¡Entona un can­to de fuerza! Eres el hijo de la Inmortalidad. Tu punto de destino es la Realidad. ¿Qué son estas fugaces experiencias de un día, sino fantasmas del Vasto Espejismo? ¡Diviniza la vida o niégala! Poco importa cómo lo logres, con tal que realices la Di­vinidad; lo mismo da que tu método sea positivo o negativo”.

“Y surgió en mi alma un sentimiento de paz. Sur­gió una gran calma; y en su quietud, revelóse de repente el pasivo poder de la Omnipotencia, po­der que todo lo penetra. Era un poder que dio fuerzas a mi alma. Y, en este estado de conciencia, percibí la Voz de mi Gurú, que habló: “Soy la eternidad que está más allá del tiempo, sí, y dentro del tiempo. Tenga o no cuerpo, todo es el Espíritu. 
En el corazón existe siempre la Uni­dad. En el corazón existe siempre la Paz. Muy por debajo de la tempestad desencadenada en la super­ficie, muy por debajo de las olas de multiplicidad y lucha, y del dolor que de ambas deriva, está la Corriente Submarina de la Realidad”.

“¡Tat Tvam Asi! ¡Tat Tvam Asi!”


miércoles, 11 de febrero de 2015

¿Qué es la vida espiritual? - por Atman Nityananda


¿Qué es la vida espiritual?
No es que alguien sea religioso, cristiano, budista etc., no es cumplir sus deberes religiosos, no es hacer ejercicios de yoga, relajación, meditación o otras prácticas para aliviar el estrés, la ansiedad  y las tensiones creadas por la vida mundana.
Seguir el camino espiritual significa consagrar mi vida a la divinidad, es decir purificar y trasformar mi mente y dirigirla hacia el Ser verdadero, el silencio o el vacío interior. El camino espiritual es una manera de vivir, día a día, momento a momento, con el fin de liberar la mente de las energías y tendencias egoístas, de transformar las energías y realizar que somos consciencia (El Ser) y no el cuerpo-yo que hasta ahora creíamos que somos, realizar la unidad de la vida y vivir en plena paz, armonía, libertad y bienaventuranza.
Y esto no es posible sin la guía, las instrucciones y las vibraciones divinas y fuertes de los grandes maestros espirituales como Jesús, Buddha, Babaji, Ramana Maharshi, Amma y otros maestros. No es posible sin una vida ordenada y sáttvica y sin dirigir nuestra atención, energía, voluntad, intensiones y acciones hacia la Divinidad.

Esto no significa que cada uno tiene que seguir exactamente los mismos pasos, el mismo proceso y las mismas prácticas. Hay tantos caminos como aspirantes. Pero sí que hay cosas comunes para todos los que quieren liberarse del ego y realizar a Dios.

Los que quieren vivir la Vida Divina, deben vivir en una manera completamente distinta que las personas mundanas que su objetivo es buscar y disfrutar objetos sensoriales y éxitos externos.

Tienen que aplicar un programa diario con varias prácticas y desarrollar actitudes y hábitos que faciliten este proceso. Tienen que abandonar hábitos y costumbres que impiden su desarrollo hacia la vida divina. 

Deben cultivar y desarrollar capacidades y virtudes. Tienen que equilibrar y armonizar la mente y desarrollar sus capacidades superiores en todos los niveles (intelecto, mente pensante, subconsciente, mente emocional).

Tienen que vivir, momento a momento, desidentificandose de la mente egoísta e identificandose con la consciencia.
Tienen que ser más y más conscientes del silencio interior y desarrollar la capacidad de observar con desapasionamiento los pensamientos y las emociones y descubrir el ego que está detrás de estos y eliminarlo con métodos adecuados. 

Tienen que eliminar, momento a momento la ira, la envidia, la avaricia, la codicia, la lujuria, la gula, el orgullo, la impaciencia, el miedo y todas las demás tendencias egoístas que oscurecen la mente y el corazón y no permiten que la luz, el amor y la paz de la consciencia brillen y irradien libremente dentro y fuera.
Todo esto en resumen constituye el camino espiritual.
Paz, Luz y Armonía

viernes, 6 de febrero de 2015

AMOR Y SEXUALIDAD - PARTE I por Omraam Aivanhov

AMOR Y SEXUALIDAD - PARTE I
por Omraam Aivanhov

Pregunta: «Maestro, ¿querría usted decimos la diferencia que existe entre el amor y la sexualidad, y cómo podemos utilizar la sexualidad en la vida espiritual?»
He aquí una pregunta muy interesante, que atañe a lo más importante que hay en la vida, y que concierne a todo el mundo. Sí, tanto a los jóvenes como a los viejos...
En principio, parece difícil separar la sexualidad del amor. Todo viene de Dios, y todo lo que se manifiesta a través del hombre como energía es, en su origen, una energía divina; pero esta energía produce efectos diferentes según el conductor a través del cual se manifiesta.

Podemos compararla con la electricidad. La electricidad es una energía de la que ignoramos su naturaleza, pero cuando pasa a través de una lámpara se convierte en luz; al pasar por un radiador, se manifiesta como calor; al pasar por un imán se convierte en magnetismo; al pasar por un ventilador se transforma en movimiento.
De la misma manera, existe una fuerza cósmica original que adopta uno u otro aspecto según el órgano del hombre a través del cual se manifiesta. A través del cerebro, se convierte en inteligencia, raciocinio; a través del plexo solar o del centro Hara, se convierte en sensación y sentimiento; cuando pasa por el sistema muscular, se manifiesta como movimiento; y cuando pasa por los órganos genitales, se traduce en atracción por el otro sexo. Pero siempre es la misma energía.

La energía sexual viene, pues, de muy alto, pero al pasar por los órganos sexuales, produce sensaciones, una excitación, un deseo de acercamiento, y cabe perfectamente que en esas manifestaciones no haya absolutamente ningún amor. Es lo que ocurre en los animales. En ciertos períodos del año, se acoplan, pero ¿lo hacen por amor? A veces se destrozan, y en cierta clase de insectos, como la mantis religiosa, o en ciertas arañas, la hembra se come al macho. ¿Es eso amor? No, es pura sexualidad.

El amor comienza cuando esta energía pulsa al mismo tiempo otros centros en el hombre: el corazón, el cerebro, el alma y el espíritu.
Llegado a ese punto, esta atracción, este deseo que tenemos de unirnos a  alguien, se clarifica, se ilumina mediante pensamientos y sentimientos, mediante un gusto estético; ya no buscamos una satisfacción puramente egoísta en la que no contamos en absoluto con la pareja.

El amor es sexualidad, si así lo queréis, pero expandida, iluminada,  transformada. El amor posee tal cantidad de grados y manifestaciones, que resulta imposible enumerado y clasificarlas. Puede ocurrir, por ejemplo, que un hombre ame a una joven y bella mujer, pero sin ser apenas atraído físicamente por ella: él quiere, por encima de todo, verla feliz, con buena salud, instruida, rica, bien situada en la sociedad, etc.... ¿Cómo explicar eso? Eso no es únicamente sexualidad, sino amor; y es, por lo tanto, un grado superior. Pero debe haber, a pesar de todo, un poco de sexualidad en este amor, porque podemos hacemos la siguiente pregunta: ¿Por qué este hombre no se ha unido a otra persona, a una mujer vieja y fea, o "a otro hombre? Sí, si analizamos, descubriremos indicios de sexualidad.

La sexualidad... el amor... no son, porto, más que una cuestión de grados. Es amor en el momento en que no os quedáis solamente con algunas groseras sensaciones físicas, sino' que sentís los grados superiores de esta fuerza cósmica que os invade, y comunicáis con las regiones celestes. Pero, c1!iánta gente, una vez saciado su deseo, se separa o incluso empieza a pelearse. Lo único importante para ellos es descargar, liberar una tensión, y si al cabo de algún tiempo esta energía se acumula de nuevo en ellos, vuelven sonrientes y tiernos, pero el único fin es el de satisfacer de nuevo su animalidad. ¿Qué amor hay ahí?

Es normal que tengamos necesidades  y deseos, sobre todo cuando  somos jóvenes. La naturaleza, que lo ha previsto todo, ha creído que eso era necesario para la propagación de la especie. Si el hombre y la mujer se quedasen fríos el uno ante el otro, si estuviesen libres de sus impulsos e instintos, se habría terminado la humanidad. Es, por lo tanto, la naturaleza la que empuja a las criaturas a unirse físicamente, pero el amor es otra cosa.

Podríamos decir que la sexualidad es una tendencia puramente egocéntrica que empuja al ser humano a no buscar nada más que su placer, y ello puede llevarle a la mayor crueldad, porque él no piensa en el otro, sólo busca satisfacerse.
Mientras que el amor, el verdadero amor, piensa en primer lugar en la felicidad del otro, está basado en el sacrificio; sacrificio de tiempo, de energía, de dinero para ayudar al otro, para permitirle expansionarse y desarrollar todas sus posibilidades;
Y la espiritualidad comienza, precisamente, cuando el amor domina a la sexualidad, cuando el ser humano se vuelve capaz de arrancar algo de sí mismo para el bien del otro. Mientras no se es capaz de privarse de algo, no hay amor.
Cuando un hombre se arroja sobre una joven, ¿piensa en el daño que puede hacerle? No, él es capaz de matarla para satisfacer sus instintos. Eso es la sexualidad, un instinto puramente bestial. Diréis: «Es evidente, no hay nada de divino ahí» Sí, pero la sexualidad es de origen divino, sin embargo, mientras el ser humano no sepa dominarse, sus manifestaciones, evidentemente, no son divinas.

Lo que hay de positivo en la sexualidad es que trabaja en la propagación de la especie, pero si sólo la orientamos hacia el placer, la desperdiciamos. Actualmente se han inventado cosas increíbles en ese campo. Está la píldora, naturalmente, pero también se venden una gran cantidad de productos y de objetos que ni siquiera quiero nombrar. No se trata aquí de la propagación de la especie, sino exclusivamente del placer. No me detendré en esta cuestión para discutir si esas cosas deben existir o no.
En el actual estado de la humanidad, incluso los moralistas y los religiosos encuentran necesario e inevitable que existan, porque la naturaleza inferior, la naturaleza animal en el hombre, es todavía tan fuerte, que si no la dejáramos manifestarse, produciría fenómenos todavía más perjudiciales. Por lo tanto, no quiero discutir sobre ello, digo únicamente que es una pena que no se instruya a los humanos sobre las ventajas de controlar esta energía, y de utilizarla para un fin divino o para realizar trabajos espirituales, en lugar de recurrir a todo tipo de productos y de utensilios para encenagarse en el placer.

En sus manifestaciones externas no ha  ningún tipo de diferencia entre el amor y la sexualidad; son los mismos gestos, los mismos abrazos, los mismos besos... La diferencia está en la dirección que toman las energías. Cuando únicamente os impulsa la sensualidad, no os preocupáis de la otra persona, mientras que si la amáis, pensáis, sobre todo, en hacerla feliz.
La sexualidad y el amor no se diferencian mucho en el plano físico, solamente se diferencian en el plano invisible, psíquico, espiritual. Y, ¿cómo? Eso es precisamente lo que quiero revelaros.  Aquellos que han estudiado la cuestión de la sexualidad, los fisiólogos, los psiquíatras, los psicólogos, no han descubierto lo que pasa en el mundo sutil, etérico, durante el acto sexual. Ellos saben que se producen excitaciones, tensiones, emisiones, e incluso las han clasificado.
Pero no saben que cuando se trata de la sexualidad puramente física, biológica, egoísta, se producen en los planos sutiles todo tipo de erupciones volcánicas que se manifiestan bajo formas groseras, emanaciones muy densas con colores deslucidos, inarmónicos, donde predomina el rojo, pero un rojo sucio... Y todas esas emanaciones se precipitan en la Tierra donde criaturas tenebrosas esperan para comer y darse un festín con esas energías vitales. Son criaturas poco evolucionadas que, a menudo, se alimentan juntos a los enamorados. Os sorprendéis, pero es la verdad; los enamorados dan festines en el mundo invisible.

En el pasado, generalmente, con ocasión de un nacimiento, de una boda o una victoria, los reyes y príncipes daban festines públicos que duraban varios días. Entonces, todos los mendigos, los vagabundos, los desheredados, iban a satisfacerse, porque distribuían comida a todo el mundo. Como podéis ver, se repite el mismo fenómeno, pero bajo una forma que la ciencia todavía no ha descubierto.
Cuando un hombre y una mujer se atraen, se aman y se unen, también dan un festín, y éste se ofrece públicamente ante muchas otras criaturas. Aunque su unión quede en secreto, reciben visitas del mundo invisible, y desgraciadamente se trata de larvas elementales que vienen a deleitarse a sus expensas y a absorberlo todo, porque en esas efusiones había muy pocos elementos para el alma, para el espíritu, para el lado divino. Por esa razón, los intercambios que hacen los enamorados raramente les aportan grandes beneficios; al contrario, incluso se empobrecen: en su mirada, en el color de su cara, en sus movimientos y en toda su manera de ser, aparece algo que no es tan vivo y luminoso. Es porque su amor, todavía demasiado inferior, ha atraído criaturas tenebrosas.
¿Por qué no invitaron a los espíritus de la naturaleza o incluso a los ángeles y a todos los espíritus luminosos que también tienen necesidad de alimentarse?..
Cuando un mago quiere hacer una ceremonia, comienza por trazar un círculo alrededor de sí mismo para protegerse, y los espíritus malignos están ahí, dando vueltas a su alrededor, amenazándole e intentando dañarle, pero no pueden entrar, porque en ese círculo el mago está protegido como en una fortaleza. Pero nunca hemos enseñado a los hombres ni a las mujeres a protegerse de las entidades tenebrosas; ello me llevó un día a decir algo muy osado: que la raíz de todas las desgracias de la humanidad es el amor inferior de los hombres y las mujeres.
Sí, si se producen guerras y epidemias es a causa de aquellos que hacen el amor como animales, de forma estúpida, desagradable, infernal. Porque de esa manera vitalizan a todos los espíritus deseosos de hacer mal a la humanidad, les alimentan, les dan fuerza. Si los hombres y mujeres supieran esto, estarían tan tristes y se sentirían tan desgraciados y asqueados por lo que hacen, que intentarían aprender cómo amar.

La espiritualización del amor es la condición básica para la venida del Reino de Dios. Por lo tanto, aquellos que ven claro, aquellos que tienen un alto ideal del amor, que sepan que pueden servir al Reino de Dios con esta fuerza que es la energía sexual; así pues, que se amen, que se besen, pero con la idea de consagrar este amor a la realización de algo divino. En ese momento producirán emanaciones de tal belleza, que los mismos ángeles quedarán sorprendidos, maravillados, y vendrán a aportarles regalos.

Por lo tanto, lo repito, sea cual fuere la naturaleza de vuestro amor, los gestos son siempre los mismos: debéis acercaras al ser que amáis, abrazarle, besarle, acariciarle; no cambia nada. La diferencia está en la intención de los gestos, eso es lo que cuenta. Alguien dirá: « ¡Ah! Yo he visto a tal besar a cual», y les condena. El Cielo no mira eso, sino que mira lo que han puesto en su beso: si ellos se han dado algo bueno, puro, el Cielo les recompensa. En la tierra posiblemente se les condena por ignorancia, pero en lo alto se les recompensa.

Si introducís en vuestro amor la vida eterna, la inmortalidad, la pureza, la luz, y aquél a quien amáis crece, avanza y se expande gracias a vosotros, entonces es verdaderamente amor, porque el verdadero amor lo mejora todo. Pero si amáis a alguien y él va menguando, debéis cuestionaros sobre la bondad de vuestros sentimientos y deciros: «He aquí que estoy empujando a este ser al abismo. Antes era magnífico y ahora es una ruina». No tenéis, por lo tanto, motivo para estar muy orgullosos, y debéis buscar la manera de reparar vuestros errores.

Vuestro amor debe hacer crecer a los demás. Y únicamente cuando les veáis expandirse gracias a vuestro amor, podéis ser felices, sentiros orgullosos y dar gracias al Cielo por haber conseguido ayudarles y protegerles. Pero, en general, la gente no se ocupa de esas cosas, y enseguida vienen a decirme: «La amo, la amo... - Sí, respondo, ya sé que la amáis, pero como a una gallina que metéis en la cazuela para comerla: la amáis, la devoráis, y punto». No, el amor no debe nunca devorar ni arruinar a los seres ... Ved que el amor, tal como yo lo entiendo, es muy diferente de cómo la gente o la juventud, que no Ten muy claro, pueden imaginar.

Los humanos no saben amar, y para justificarse me dirán: «Maestro, usted no conoce la naturaleza humana, es terrible». Ah, bueno, así que yo no conozco la naturaleza humana... Pero yo les responderé que de la misma manera que han convertido la naturaleza humana en algo difícil de dominar, también pueden volverla sensata y ennoblecerla. En el pasado no se esforzaron, como consecuencia, ahora han recibido una naturaleza muy difícil. Así es como se explica; es culpa suya, imposible justificarse. Muchos deciden no esforzarse más porque creen que no es posible cambiar. Sí, es posible. Y de ahora en adelante, cuando os encontréis ante grandes obstáculos, debéis decir: «El Maestro nos ha hablado de este amor y quiero llegar a conocerlo».
¿Por qué objetar que la realidad es diferente de como os la presento? Eso es: la realidad, ¡como si esa palabra pudiese excusarlo todo! Pero hay realidades y realidades. Yo no niego que la sexualidad sea una realidad, pero, ¿por qué quedarse en esta realidad tan inferior y grosera? Existe otro grado de realidad también, sólo que más sutil. Ciertos seres han llegado a entender y a vivir esta realidad, y ahora, por nada del mundo podréis convencerles para que la abandonen y vuelvan hacia atrás, porque no quieren. Pero, desgraciadamente, tampoco podéis convencer a los demás para que intenten elevar el grado de su amor; ellos descuidan todas esas grandes verdades que pueden salvarles, continúan descendiendo hacia la animalidad, y luego, evidentemente, se encuentran destrozados. Es normal, su amor sólo podía ser maravilloso durante algunos minutos; después todo es ceniza, escoria. Decimos: « ¡Era tan bello!» Sí, lo era... pero ya no lo es, no ha durado; el oro se convirtió en plomo. Mientras que el amor celeste sigue siendo eternamente oro, nada puede oxidarlo.

El hombre tiene una herencia y debe luchar contra ella; desde hace miles de años, el género humano se ha ido formando un determinado concepto de amor que ha quedado grabado en nuestras células y es difícil borrarlo. Pero, a pesar de que no consigáis transformar vuestra concepción del amor de un día para otro, no debéis dejar de creer lo que dicen los grandes Maestros. El que no consigáis cambiar, significa simplemente que estáis deformados o que sois débiles, pero no que los Iniciados os engañen.

Cuantas más tendencias inferiores tengáis, más obligados estaréis a satisfacerlas. Pero eso no debe impediros creer que es posible mejorar. Y el día en que consigáis desarrollar otras tendencias sublimes y divinas, nadaréis en el océano del Amor Cósmico, mientras que antes os alimentabais de algunas gotas esparcidas por aquí y por allá. (Y todavía para encontrarlas, ¡qué vida de decepciones y desgracias!) Ahora que estáis sumergidos en este océano cósmico, bebed de él y no tendréis necesidad de ir a robar algunas gotas de amor a los demás. Yo sé que lo que digo será incomprensible para algunos. Pero que hagan lo que puedan, con la esperanza de que después de algunas encarnaciones llegarán a transformar su amor. ¡No hay que violentarse! A aquellos que ya trabajaron en otras encarnaciones, les es más fácil contentarse con poca cosa en el plano físico, e incluso liberarse inmediatamente y gozar del amor en lo alto, en el plano espiritual.

Evidentemente, son pocos los seres capaces. ¡Cuántos religiosos hicieron votos de castidad sin saber exactamente lo que hacían! Eran muy jóvenes, no se conocían, ni conocían la naturaleza humana, y un día, cuando los instintos y las pasiones despertaron, se ahogaron. ¡Qué tragedia! Sí, ¡qué tragedias en los conventos, tanto para los hombres como para las mujeres! Es mejor casarse y tener hijos que atormentarse en un convento diciendo ser la novia de Jesús, pero cometiendo adulterio en la imaginación con todos los demás. En ese caso, es mejor salirse de los conventos. El Señor es mucho más generoso. Nunca pidió que nos consagremos a Él si para ello debemos vivir atormentados. Él prefiere que hagamos el bien teniendo una mujer - o un marido - e hijos, antes que vivir una vida caótica, desordenada, ensuciando la atmósfera con todos nuestros deseos insatisfechos.


Incluso los santos y santas han sido atormentados toda su vida por la energía sexual, y apenas al final han encontrado la paz. Santa Teresa de Ávila era muy apasionada. Santa Teresa de Jesús nunca sabremos cómo vivió, ni qué tentaciones tuvo que vencer. Ella no era como nos la han presentado: una jovencita graciosa, con cara dulce y delicada. No; su naturaleza era fuerte y poderosa. Yo admiro y amo mucho a Santa Teresa, pero no estoy de acuerdo con la manera inexacta como nos la han presentado.

EXTRACTO DE LIBRO : LA ENERGIA SEXUAL - O EL DRAGON ALADO

Paz, Luz y Amor