martes, 17 de febrero de 2015

EN LAS HORAS DE MEDITACIÓN - Capítulo X, por F. J. Alexander


EN LAS HORAS DE MEDITACIÓN
Capítulo X -  por F. J. Alexander

Y habló a mi alma la Voz del Gurú:

“Hombre, ¿dónde está tu fe? ¿Eres acaso una bes­tia para temblar ante cada peligro? ¡Hasta tanto no logres sobreponerte a la idea del cuerpo, no podrás realizar la Verdad! ¿Eres acaso un cadáver? ¿Seguirás siempre danzando en este cieno de su­ciedad física? ¡Sal de tu pequeñez! ¡Avanza! ¡Sé un hombre! ¿Dónde está tu Divinidad, si para siem­pre queda inexpresada? ¿Acaso eres tan impor­tante que el mundo necesite de ti? Vence al yo (ego) con el YO (SER). ¡Sé libre! Si te empeñas en conseguir lo Indestructible, no sentirás el contacto de la muerte, porque habrás perdido el conocimiento de lo que es la muerte. Tuya será la Inmortalidad. El mundo entero ha estado esforzándose por expresar la Realidad; y en ese empeño, el primer éxito con­siste en la formación del carácter. El carácter lo es todo. ¡Construye tu carácter! ¡Construye tu ca­rácter! ¡A cada hora construye tu carácter! ¡Des­cansa en espíritu sobre lo Inmortal, e inmortal lle­garás a ser! Fija tu morada en la Realidad. Y en­tonces no habrá ya nacimiento ni muerte, ni nin­guna de las varias experiencias de la vida, capaz de amedrentarte”.

“¡Suelta tu cuerpol ¡Cesa de adherirte a él! ¡Li­bérate en la mente! El significado entero de la re­ligión y de la ética, es que debemos sobreponernos a la conciencia anima!, encerrada en el sexo y en el miedo, en el dormir y el comer. ¡Suéltala! ¡Deja de asirte a tu cadáver! ¡Llámalo cadáver, considé­ralo como tal a toda hora! No lo recubras con pa­ños de oro. Es inmundo. Sólo el Espíritu es real. La conciencia del Espíritu es la inmortalidad. El pensar pensamientos inmortales te conduce a la Eternidad. ¡Sé valiente! ¡Sé intrépido! ¡Sé resisten­te como el diamante! ¿Deseas realizar a Dios? Pues entonces, hijo mío, no ha de quedarte mucho tiem­po para el cuidado de tu cuerpo. Ahora es el mo­mento: ahora mismo tienes la oportunidad. Eres hijo de la Realidad, tu naturaleza es lo Verdadero. Zambúllete, pues, en las Vivientes Aguas de la Vida del Alma. ¡No temas! ¡Aprende a elevarte por enci­ma de las alegrías o miserias de la vida! ¡Recuerda que eres el Alma! ¡Recuerda que eres el Yo!”

“Desciende a lo más profundo, desciende a las honduras de tu ser. Y verás que eres fuerte. Llega hasta el fondo de tu naturaleza. Allí descubrirás que eres sincero en tu esfuerzo espiritual. ¡Qué importan algunos deslices! Aprende que, tanto el miedo como la debilidad, son físicos; surgen del cuerpo —ese nido de ensueños— pero, en tu natu­raleza íntima, tú eres libre y no sientes miedo. ¡En­tona un canto de fuerza hijo mío! ¡Entona un can­to de fuerza! Eres el hijo de la Inmortalidad. Tu punto de destino es la Realidad. ¿Qué son estas fugaces experiencias de un día, sino fantasmas del Vasto Espejismo? ¡Diviniza la vida o niégala! Poco importa cómo lo logres, con tal que realices la Di­vinidad; lo mismo da que tu método sea positivo o negativo”.

“Y surgió en mi alma un sentimiento de paz. Sur­gió una gran calma; y en su quietud, revelóse de repente el pasivo poder de la Omnipotencia, po­der que todo lo penetra. Era un poder que dio fuerzas a mi alma. Y, en este estado de conciencia, percibí la Voz de mi Gurú, que habló: “Soy la eternidad que está más allá del tiempo, sí, y dentro del tiempo. Tenga o no cuerpo, todo es el Espíritu. 
En el corazón existe siempre la Uni­dad. En el corazón existe siempre la Paz. Muy por debajo de la tempestad desencadenada en la super­ficie, muy por debajo de las olas de multiplicidad y lucha, y del dolor que de ambas deriva, está la Corriente Submarina de la Realidad”.

“¡Tat Tvam Asi! ¡Tat Tvam Asi!”